



Como todas las malas ideas, llegó tarde una noche de 1988 cuando Carlos Anderson ordenó una chalupa más y Billy pidió otra ronda de mezcal. Pensaron que sería una buena idea dejar el Carlos O’Brian’s de Puerto Vallarta y mudarse al desierto de Baja California Sur. Fue ahí donde se alquiló un almacén abandonado y comenzó lo que hoy se conoce como El Squid Roe. De alguna manera, esta idea aparentemente “mala” se volvió brillante.